A los 25 años, Mozart se instaló definitivamente en Viena y empezó una vida frenética de conciertos, composiciones, encargos, estrenos, clases particulares y mucha vida social. Las «intrigas musicales» en la corte del imperio estaban a la orden del día: dominaban los compositores italianos (con Salieri al frente) y las luchas para conseguir encargos del emperador eran virulentas. El éxito de la música de Mozart fue incontestable, pero poco a poco los vieneses lo fueron dejando de lado. Solo restó fiel el público de Praga: allí estrenó Don Giovanni y triunfó con otras obras inmortales.
A cargo de David Puertas Esteve, divulgador musical y escritor.