Sociedad Sevillana de Conciertos
Quizás haya poca gente que conozca de su existencia, pero durante la mayor parte del siglo XX estuvo vigente y en activo la Sociedad Sevillana de Conciertos. Hemos rescatado toda esta información de la tesis elaborada por Luis Francisco Delgado Peña, profesor de Trompa del Conservatorio Superior de Málaga, donde desgrana con pelos y señales todo lo que significó esta asociación para la ciudad.
A pesar del declive que poco a poco iba haciendo mella en España, no cabe duda que el primer cuarto del siglo pasado fue uno de los mejores en cuanto a arte se refiere. Por eso marcamos en rojo el año 1920, cuando se crea esta maravillosa entidad para la organización de conciertos de música clásica y que en esta temporada se han cumplido cien años desde su fundación.
Esta sociedad funcionaba mediante una cuota que pagaban sus socios, los cuales eran los únicos que podían acceder a los conciertos. La primera temporada contó con al menos quince conciertos y los dos primeros fueron ofrecidos por un quinteto. Otro dato a destacar es que las representaciones tuvieron lugar en el Teatro Llorens, hoy convertido en sala de juegos pero que volverá a ser un centro dedicado a los espectáculos en breve.
Destacable también el concierto que realizó Joaquín Turina con sus Danzas Fantásticas y otros muchos programas de conciertos ofrecidos por diferentes agrupaciones como cuartetos, pianistas solistas y otros tantos músicos. Como dato curioso, hemos de decir también que Manuel de Falla estrenó de la mano de la Orquesta Bética de Cámara de Sevilla su obra El Retablo de Maese Pedro.
Durante toda la década hasta la Guerra Civil, la sociedad incorporó a sus programaciones un elenco de artistas más que importantes como por ejemplo el Coro Nacional de Ucrania, grupos de música de cámara, pianistas de la talla de Wanda Landowska o A. Rubinstein, Artur Schnabell y con unos programas de los más variados, pasando por autores clásicos como Mozart, Beethoven o Brahms, hasta los novedosos de la época como podrían ser Bartók o Schoenberg.
No podemos olvidarnos tampoco de que la ópera tuvo también su sitio en estas representaciones. Las primeras que se representaron fueron El Barbero de Sevilla, El Secreto de Susana, Otelo, Manón y Maruxa.
Pasando a la década de los años treinta, la inestabilidad política sí que afectó en cierta manera a la actividad de la Sociedad. Esto se debe a que algunos conciertos se suspendían o pasaban meses sin que hubiera ninguno. Aun así, cabe destacar que en el año 1931 realizó un concierto para piano Claudio Arrau, uno de los mejores pianistas de la historia. Por su parte, la Orquesta Bética era la principal acaparadora de una cantidad importante de conciertos.
Lógicamente, el devenir de la historia de España, la inminente llegada de la Guerra y la baja que causaban los socios, terminaron por acabar con la Sociedad Sevillana de Conciertos. Pero una vez pasada la guerra, en el año 1942, varias personas refundaron la sociedad con conciertos inaugurales a cargo de la Orquesta Bética.
La actividad de la Sociedad Sevillana resurgió organizando en una temporada hasta 19 conciertos, trayendo a formaciones internacionales como la Orquesta de Nápoles, Filarmónica de Berlín, o de dentro de España como por ejemplo Coros del País Vasco. Pero su máximo apogeo lo vivió en la década de los 50, cuando vinieron a hacer representaciones musicales entidades de la talla de la Orquesta Nacional de España, la pianista Pilar Bayona, Orquesta Clásica Femenina de Barcelona y otras muchas más que se fueron sucediendo con el paso de los años.
El propio Manuel Castillo apareció en escena en el año 1951 ofreciendo un concierto como solista, que fue aclamado tanto por el público como por la crítica de aquel entonces.
Conforme fueron pasando los años, la sociedad cada vez organizaba menos conciertos, llegando incluso en los años 70 a programar solo cinco en todo el año. Eso sumado a los distintos fallecimientos de las personalidades que la habían sustentado desde tiempo atrás, hizo que se disolviera definitivamente en el año 84 pero como tertulia musical y reuniones. La actividad concertística se cerró en el año 79 y los últimos libros de actas escritos son del año 71.
En definitiva, Sevilla gozó durante mucho tiempo de una entidad que pudo ofrecer los mejores conciertos de música enriqueciendo culturalmente a la ciudad. Sería interesante que pudiera volver a la vida y así poder aportar a Sevilla una vida musical en el aspecto clásico más interesante si cabe.