Turandot en el Maestranza
El coliseo sevillano trae a escena una de las óperas más representativas de Puccini, aunque sea una obra póstuma.
Decir Turandot es hacer el más íntimo y hondo homenaje al compositor de Lucca en el centenario de su fallecimiento. Toda la obra de Puccini es un patrimonio de enorme valor, pero esta historia tan hermosa, basada en la fuerza de la literatura oral, forma parte de nuestra memoria emocional.
Por ejemplo, uno de los fragmentos musicales más interpretados a lo largo de toda la historia lo podemos encontrar en esta representación operística. En concreto se trata de Nessum Dorma, que nadie duerma, que nadie pierda la capacidad de amar, de soñar, de vivir. Que todos podamos ser Calaf sorprendiendo a la princesa Turandot, como menciona el propio teatro.
Para poner un poco en contexto y situación, Turandot es una princesa china, cruel y fría, que desecha uno a uno a todos sus pretendientes y los desafía con una serie de pruebas imposibles de cumplir. Quien sea digno de ella habrá de franquear su inexpugnable fortaleza y responder a los enigmas que le planteen. Será el joven Calaf quien responda a las tres adivinanzas y conquistará el amor de la princesa, para dolor de la enamorada Liù.
Para esta ocasión, el Teatro Maestranza ha programado un total de siete funciones y se espera una asistencia de unas 12.600 personas. Los días de la función son el 7, 12, 13, 14 y 16 a las 20h y el día 10 de noviembre a las 19h.
El elenco con el que cuenta esta representación es de primerísimo nivel, siempre bajo las direcciones de Gianluca Marcianò y Jacopo Brusa* en la dirección musical, Emilio López sobre la dirección de Sonja Frisel en la dirección de escena, Jean-Pierre Ponnelle en el diseño de escenografía y vestuario y Juan Manuel Guerra sobre diseño original de Joan Sullivan estará en Iluminación.
Cabe recordar que una vez más, la música de esta magnífica ópera correrá a cargo de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla además de contar con la participación del Coro Teatro de la Maestranza bajo la dirección de Íñigo Sampil y de la Escolanía de Los Palacios, dirigida por Enrique Cabello.
Fotografía: Guillermo Mendo.